Aprender con la Historia

EL PRIMER CELESTINO EN AMERICA.

Juan Sánchez Sarmiento: El primer celestino de América.

Por José C. Novas.

La conquista de América ha sido desde que llegaron los europeos al nuevo mundo, fuente de inspiración de millones de libros, cuentos, historias, novelas, crónicas, anécdotas, relatos, y artículos, en fin, llevamos más de quinientos años gastando tinta sobre el papel en un tema que todavía muestra oscuridades y en el cual se han quedado atrás aspectos fundamentales.

Razones suficientes tuvo la intelectual, escritora y catedrática española Ana Lola Borges, oriunda de Tenerife cuando planteó: “Que, frente a la exaltación de la obra conquistadora de los europeos en América, resultaba ofensivo el silencio impuesto por los historiadores sobre la esclavitud sexual de las mujeres durante la colonización del llamado nuevo mundo”.

La preocupación de la educadora y catedrática podría llevarnos a concluir que los estudiosos del pasado colonial en esa parte del mundo han sido cuidadosos en sus intentos para evitar que por una de esas casualidades de la vida, apareciera una bisabuela en su linaje, una de esas que se dedicaban al negocio de venta de placeres como celestinas o rameras por las noches o cortesanas por las tardes en las reuniones para tomar te o para jugar a las canastas, vestidas con sus mejores prendas y paseándose por aceras o pasillos de las edificaciones de las ciudades coloniales.

Y fue así, porque hemos encontrado documentos que certifican que el primer alcahuete que oficialmente hizo el papel de celestino en América fue un tal Juan Sánchez Sarmiento, el cual aparece en los archivos del reino de Granada fechado en 1526, mostrando un permiso para abrir un negocio de “Mujeres Publicas” en una calle de la ciudad de Santo Domingo, en la isla la Española, lo que era lo mismo que un negocio legal de prostitución.

Otro permiso le fue otorgado al encomendero por la misma vía para que estableciera otra “Casa de Mujeres Públicas” en la ciudad de San Juan, en la isla de Puerto Rico, lo que indica que Juan Sánchez Sarmiento fue para la época un importante inversionista del comercio de la esclavitud sexual y que proveía de placeres a miles de los aventureros de paso por estos lugares, y que hacían una pausa en el viaje para continuar en ruta hacia tierra firme desde el territorio mexicano hasta el extremo sur de la Argentina y Chile.

La prostitución históricamente era conocida desde los tiempos de Babilonia, creció y se esparció por toda Europa, atravesó los mares hasta llegar a las Antillas y al nuevo mundo, pero fue Juan Sánchez Sarmiento el primero en aparecer en los registros, recibiendo una autorización de la corona para operar un prostíbulo en el continente americano, que para esa época se llamaban “Casa de Mujeres Publicas”, y las identificaban con grandes letreros.


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