Por José C. Novas.
Américo Lugo constituye uno de los personajes de la historia dominicana, cuyo legado permaneció ignorado por mucho tiempo, el estudio y difusión de su obra fue amordazado durante la dictadura en la que le toco próximo vivir; creemos que las circunstancias de ese periodo ídolo lo llevó a convertirse quizás en un paradigma de la conducta vertical y de la convicción partiótica indoblegable. Su actitud frente a los temas de orden moral, de la conducta pública transparente y el ejercicio de la vida privada honorable hacen que su figura se eleve a la calificación de emblemática.
Para exponer la dimensión de su obra, se requieren quizás varias disertaciones o conferencias, si es que se quieren abordar con verdadera amplitud las prendas que adornaron a este hombre; los aportes de Américo Lugo a la literaria nacional estan considerados entre los mas valioso del acervo literario de todos los tiempos entre los dominicanos, de igual modo en el ejercicio de su profesión de abogado, dejo aspectos que sirven de modelo y pauta a los estudiosos de la disciplina. Su postura patriótica guarda paralelo con las grandes figuras de latinoamérica, y su pluma excepcional coloca a Américo Lugo entre los hombres que practicaba con hechos, los principios que profesaba.
En su lucha por la defensa de la soberanía nacional, durante el período de la ocupación militar norteamericana que inicia en 1916 y termina en 1924, podría sin temor decirse que en ese periodo Americo Lugo alcanzó estatura procérica, como lo demuestran el contenido de sus protestas escritas durante aquellos infáustos ocho años; pero la histora de los hombres de bronce y mármol se determina casi siempre por los eventos finales que adornan sus vidas, en el caso de Américo Lugo, por no simpatizar con el régimen dictatorial iniciado en 1930, acabó empujado a la condición de disidente, y por la intransigencia del tirano que no admitía la diversidad de criterio, fue arrincondo casi en la indigencia.
Para entender las características de la personalidad de Américo Lugo, hay que remontarse al 1870, época en que nació en la ciudad de Santo Domingo, etapa en que el país luchaba por imponer su identidad como nación, consolidar su soberanía, eliminar las formas despóticas del general Buenaventura Báez, se vivía entonces bajo convulsiones sociales, inestabilidad política y económica; en medio de esas circunstancias creció y se formó el carácter de Américo Lugo, su entorno influenciado por la complejidad de ideas que se vertían en un país decidido a encausar su destino y en construir su felicidad. Los eventos históricos y las influencias de poderes económicos ultramarinos impidieron a la sociedad dominicana lograr ese anhelo, y aquel designio edificó la conciencia de Américo Lugo.
Durante la etapa temprana de su vida, como en la mayoría de los dominicanos de su generación, lo que Américo Lugo conocio como modelo de gobernantes fueron dictadores, enseñoreados en una sociedad convulsionada, dominada por la ambición de líderes regionales que se creían dueños del destino del país, hubo honrosas excepciones en Ulises Espaillat, el arzobispo Meriño y Francisco Gregorio Billini; mas ello no impidió que Américo Lugo alcanzara un grado superior de conciencia que posteriomente lo definió como hombre de pensamiento liberal. En el año 1890 se tituló de abogado en el Instituto de Educación Superior de la ciudad primada de Américo y como persona de talento, además de ejercer esa profesión, Lugo se dedicó a cultivar las letras, influenciado como otros de su generación, por las ideas del profesor Eugenio María de Hostos, cuyos postulados reclamaban no solo la libertad para las islas del Caribe, sino que propulsaba la educación como forma de encausar el progreso y la justicia social.
Es por ello que para el año 1901, Americo Lugo inicia su entrega en la producción literaria, posteriormente algunas de sus obras se elevarían a la categoría de clásicos de la literatura dominicana. por la calidad de sus publicaciones, estas merecen ser leídas tanto las de carácter histórico como las de ficcion o creativas, por todos los dominicanos, de forma que las generaciones presentes y las del futuro adquieran plena conciencia del propósito fundamental que inspiró a Américo Lugo.
Su impronta bibliográfica inicia con el ensayo “A Punto Largo”, una novela publicada en 1901, este libro que no es una simple novela histórica, narra sobre hechos ligados a la sociedad dominicana de entonces, encaja en los cánones de la creación literaria que deslumbra al tiempo que toca hechos reales de la epoca, en su hilo conductor está el reflejada lo que era la sociedad, retrataba todo un país; la novela A Punto Largo combina la belleza creativa mezclada con el drama de lo cotidiano, para revelar como era el pueblo dominicano de fines del siglo XIX.
A ese primer libro le sigue una cadena de otras no menos trascendentales, aunque en otros géneros, así publica en 1903 a Heliótropo, un libro de posesía, Ensayos Dramáticos en 1906, Discurso en la Cuarta Conferencia Interamericana de Sevilla en 1912, la Tesis Doctoral en 1916, el Plan de Validación Hughes-Peynado en 1922, Declaración de Principios en 1925, Baltazar Lopez de Castro y la Despoblación del Norte de la Isla en 1947, Antología de Ciudad Trujillo en 1949, Los Restos de Colon en 1950 y la Edad Media en la Isla Española y la Historia de Santo Domingo desde 1556 hasta 1608, en 1952, año de su fallecimiento.
En su paso por la vida, Americo Lugo expuso en forma creciente su prestigio intelectual, cultivando como hemos señalado varios géneros de la literatura, justo es señalar que al momento que su estrella se elevaba a los grandes escenarios de proyección internacional, Américo Lugo conquistaba espacios a los que hasta la fecha no habían llegado otros dominicanos. En ese tenor, fue admirado y reconocido por los grandes escritores del continente, participo varias veces como representante dominicano en Conferencias Internacionales, como la celebrada en Buenos Aires, Argentina en 1910, en la cual pronunció con un discurso su elcocuencia fue digno de comparacion al genio de Marco Aurelio.
Para un hombre de la estatura y convicción de Américo Lugo, que durante su vida fue testigo de las odiosas acciones montoneras, del tradicional caciquismo que operaba antes y después de la muerte del dictador Lilis, y las luchas que llavaron a la ocupación militar norteamericana de 1916, hecho que coloco al escritor Américo Lugo detrás de la trinchera de su pluma para defender la soberanía del país, ese hecho convirtió su discurso en símbolo contra la agresión a su país; a partir de la entrada de los marines al territorio dominicano, sus protestas verbales y escritas adquirieron carácter rabiosamente patrióticas.
Por esa razón Américo Lugo fue arrestado en varias ocasiones por las autoridades invasoras, juzgado y condenado por tribunales marciales compuestos por los militares extranjeros, en franca violación, incluso a las mismas leyes militares impuestas por el ejército extranjero. Para confirmar lo antes dicho me permito citar el contenido de un telegrama que le envió Américo Lugo al Secretario de Estado norteamericano Bainbridge Colby en 1920, a raíz de su arresto por miembros de las fuerzas invasoras. Cito:
“He sido arrestado y seré juzgado por una comisión militar, inculpado de violación a la orden ejecutiva # 385, abolitiva censura, que me acusa por haber publicado un articulo doctrinal profesando el panamericanismo; soy delegado del Congreso Jurisconsulto de Río de Janeiro, encargado para redactar los Códigos de Derecho Internacional, destinados a regir las relaciones entre Estados Unidos de Américo y las demas naciones de iberoamerica; Estoy adscrito además, a la sección tercera que debe reunirse en Washington, cargo que me confiere poder y rango de Ministro Plenipotenciario, reconocido por el gobierno de Estados Unidos y demás repúblicas Panamericanas; soy Ministro Consejero de las Legaciones dominicanas en Estados Unidos y Europa, por lo que en mi caso, se estan violando los acuerdos de los que su país es signatario”. (termina la cita)
Al momento de producirse la invasión en 1916, Américo Lugo se encontraba de viaje por el exterior y el hecho precipitó su regreso al país; al pisar tierra dominicana una de sus declaraciones públicas fueron las siguientes: “Presenciamos impasibles la pérdida del control político de nuestro país. La República ha sido invadida por militares extranjeros; nuestros Secretarios de Estado no protestan; el Congreso Nacional se queda de brazos cruzados, esa dilación le cuesta a la nacion una provincia por semana. La ciudad de Santo Domingo ha sido tomada, Puerto Plata ha sido ocupada, Monte Cristi ha sido controlada, y toda la República será paulatinamente ocupada”.
“He llegado desde el extranjero, y en vez de un pueblo dominicano indignado, he hallado una poblacion indiferente; en vez de un gobierno a la altura de su deber, me encentro que los altos funcionarios estan acobardados frente al invasor y su inacción e indiferencia reafirman su insuficiencia de autoridad legal, en fin, encuentro aquí a un gobierno que por interés en unos, apasionamiento en otros, y falta de patriótica nobleza de todos, le sirve a los antinacionales intereses de los invasores americanos en vez de combatirlos”.
“Creí que a mi llegada iba a encontrar en país dividido en dos bandos, uno compuesto por los dominicanos, y otro compuesto por los invasores norteamericanos, pero para mi sorpresa he hallado a dominicanos fraternizando con los soldados invasores y lo que es peor, sectores nacionales hasta se unen a ellos para perseguir a otros dominicanos. He oído decir que los dominicanos a los que persiguen les llaman rebeldes, bandidos y enemigos de la República, y que los norteamericanos que los persiguen los califican de leales y amigos de la nación. Vaya lealtad! Esto es el mundo al revés, no puedo creer que si los norteamericanos en este caso son tenidos como leales, lo son porque los funcionarios de nuestro gobierno, han olvidado el ejemplo de su jefe, aunque víctima de sus inexcusables errores y debilidades, es incapaz de pactar y merece presentar su renuncia.”
“Sólo cuando la ciudad de Santiago de los Caballeros estuvo a punto de ser sacrificada por la cobardía, indolencia y maldad de los capitaleños, me di cuenta de la grosera mentira que fue propagada y mi corazón extendió por un momento sus alas, como si quisiera proteger de los cañones invasores a esa heróica, óptima y dulcísima ciudad de los Caballeros de América. Acabo de publicar mi tesis ‘El Estado Dominicano ante el Derecho Público’, y se mejor que nadie la utilidad de este esfuerzo, cuyo único resultado será causarme daños y enemistades, y convencido como estoy, de que no constituimos una nación verdadera.” (Termina la cita)
Américo Lugo tuvo claras desde el principio los planes, propósitos y las aspiraciones económicas de las grandes corporaciones con intereses en la Bolsa de Valores de Wall Street en Nueva York, decia que sus tentáculos se abrieron paso en el país mediante el control de las aduanas basados en la Convencion de 1907 y la adquisicion de grandes extensiones de tierras a través de las leyes de Conseciones Agrarias, para el cultivo e industrialización de la caña de azúcar; ese auge de la producción del dulce se pudo concretar gracias a la complicidad de la clase dominante dominicana que se unió al poderío extranjero para convertir un gran segmento de la población de su condición de pequeños propietarios en obreros o proletarios al servicio de dicha industria de capital foráneo.
Fue Américo Lugo un opositor acérrimo y decidido a los términos de la Convención de 1907, que fundamentalmente estipulaba “que hasta que el país no terminara de pagar la totalidad de los bonos de su deuda pública, ésa deuda no podría ser aumentada, sino mediante un acuerdo previo entre los gobiernos dominicano y el de Estados Unidos”. Lugo se opuso a toda negación con el invasor que implicara el traspaso y control de las finanzas nacionales a manos extranjeras, decía que de hacerlo, se ponía en duda la dignidad y la vergüenza del gobierno dominicano.
También se opuso Américo Lugo a las falsas ideas propagadas por los invasores, en el sentido de que implementaría la democracia a través de la escogencia de las autoridades por medio de los votos en elecciones libres. Esn ese sentido fue creada el 16 de Junio de 1921 la Junta de Abstención Electoral de la Provincia de Santo Domingo, la cual presidió y cuyo propósito era devolver al país su antigua condición, de absolutamente libre, absolutamente independiente y absolutamente soberano.
Lugo se opuso a una desocupación negociada de las tropas invasoras, creía que Estados Unidos debía retirar sus soldados del mismo modo que ocuparon el territorio dominicano, sin formalidades. En 1923 le aconsejó al pueblo abstenerse de participar en las elecciones que se habían pactado para 1924, y la razón era que aún los cuarteles nacionales estaban llenos de tropas extranjeras y esas elecciones fueron concertadas por una elite compuesta por Francisco J. Peynado, Horacio Vásquez, Federico Velásquez, el Monseñor Adolfo Nouel, el Secretario de Estado norteamericano Russell y el Embajador Somner Welles, y para darle carácter legal se presto el entonces presidente del Consejo Nacional Electoral, Lic. Alejandro Woss y Gil.
Al producirse la desocupación del ejercito invasor, como en nuestros días, Estados Unidos necesitaba la complicidad de los políticos locales para ensamblar el juego, encontraron en la persona ideal en Horacio Vásquez, quien fue convertido en Presidente de la República bajo el compromiso de mantener activo y en puestos claves al general Rafael L. Trujillo, el militar de la confianza de los invasores, era la garantía de que Trujillo estaría en los mando del las fuerzas armadas dominicanas. Durante el gobierno del presidente Vasquez sabado, Trujillo se grangeó prestigio militar y cumulo el dinero necesario, como para capitalizar sus aspiraciones.
La posterior llegada del general Trujillo al poder constituyó la garantía para las aspiraciones de los inversionistas norteamericanos y en consecuencia el nuevo gobernante recibió todo el apoyo económico que necesitaba para consolidar su gobierno. Pero el general Trujillo no ignoraba quien era Américo Lugo, conocía de sobre sus luchas y estaba enterado de las constantes denuncias que había hecho contra el ejercito invasor y los dominicanos que se asociaron a ellos.
De ahí se desprende porque Trujillo motro interés en involucrar el genio de Americo Lugo para que escribiera una historia dominicana que incluyera su gobierno, eso no era mas que una trampa para justificar la forma que usaría en el futuro para destruirlo y cerrarle todas las puertas, a Lugo le fue anulando su ejercicio profesional como abogado y con ello le fue destrozada posibilidad de vivir con dignidad; Américo Lugo es irrepetible cuando se habla de moral pública.
En el mes de Junio de 1935 en ocasión de un acto de inauguración de un acueducto y un mercado público en el municipio de Esperanza en la Linea noroeste, el presidente Trujillo en su discurso anunció “que en común acuerdo con el gobierno, el escritor Americo Lugo fue instruido para escribir la historia dominicana bajo la condición de “historiador oficial”. La declaración del gobernante despertó la ira en Américo Lugo, que no lo desmintió en publico, se lo hizo saber a Trujillo, y enteró al pueblo dominicano a través de espacios pagados en la prensa nacional, su carta publica circuló por todos los rincones de la nación. Para que tengamos una idea, me permito citar unos fragmentos de ese documento histórico.
“Su excelencia, señor Presidente:
En discurso pronunciado al inaugurar un mercado y un acueducto en Esperanza, hace usted la afirmación de que me ha confiado el encargo de escribir, en calidad de historiador oficial, la historia del pasado y del presente.
Me veo en la necesidad de manifestarle que no me considero historiador oficial, ni obligado a escribir la historia de lo presente. Un historiador oficial, por naturaleza cae en la condición de la subordinación. No recibo órdenes de nadie cuando escribo, y ese trabajo lo hago desde un rincón de mi casa.
A usted no debe sorprenderle que yo me niegue a traspasar en mi compromiso los linderos del siglo XX y recordará que en el mes de Mayo de 1934, usted me ofreció una fuerte suma de dinero para que salvara mi casa, a cambio de que escribiera la historia de la década, en condición de “historiador oficial” y usted recordará que preferí perder mi casa, como en efecto la perdí.
Los sucesos del pasado no son materia de la historia, sino cuando son materia muerta, sólo el tiempo destila la verdad y la convierte en útil; todo cuanto se escribe inmediatamente sobre lo actual, está fatalmente condenado a la revisión. Estas y otras afirmaciones de Lugo en su carta pública al gobernante, fue considerada por Trujillo como una imperdonable insubordinación y por ello lo hizo pagar un alto costo.
El prestigio internacional que había ganado Américo Lugo impedía tomar las medidas extremas que acostumbraba con los opositores de la época, de ahí que se inventaron bloquearlo en todos los aspectos de la vida, al extremo que no habia en el país quien se atreviera a negociar con el, a utilizar sus servicios profesionales, incluso muchos de sus amigos se vieron forzados a distanciarse del intelectual para evitar ser incluidos en las represalias contra Américo Lugo.
Desde 1935, hasta que le sorprendió la muerte en 1952, ciudad Trujillo se convirtió para Américo Lugo en una especie de purgatorio, agonía que resistió estoico y con una dignidad parecida a la firmeza de convicción del cientifico itliano Coppérnico. Muchas son las anécdotas que ruedan sobre las precariedades que padeció ese gran dominicano, que tuvo la audacia de manifestarle a un gobernante arrogante que “no recibía órdenes de nadie, y que escribía desde un rincón de su casa”.
Américo Lugo bien pudo abandonar el país, con seguridad fuera de la patria habría encontrado formas dignas de vida en otras tierras, pero no lo hizo, el escritor estaba convencido que los hombres deben morir abrazados a las convicciones en las que creen. Una calle de la ciudad de Santo Domingo lleva su nombre, pero aun así creemos que no es suficiente, ojalá estas humildes palabras sirvan de inspiración para que en el futuro se construya una plaza en honor a la memoria de este gran defensor de los mejores intereses del pueblo dominicano.
Américo Lugo supo cuidar su conducta publica y cívica, prefirió vivir de frente al honor, fue incansable defensor de la soberanía dominicana, su amor desmedido por la tierra que le vio nacer lo hizo vivir acorralado en una condición de casi indigencia la ultima etapa de su existencia, su legado trataron de ensombrecerlo las fuerzas malsanas de clase dominante, y esa ha sido la complicidad de los arquitectos de todos los males que padece el pueblo dominicano.