El origen de una casta perversa..
Por José C. Novas.
La democracia desde su origen nació retorcida, en la antigua Grecia tenían derecho a elegir o ser elegidos los nobles, las clases menos afortunadas no participaban del sistema político helénico y uno de sus grandes filósofos planteaba que “la única esclava del hombre pobre era su mujer”. Democracia y perversidad caminaron siempre de la mano.
El 16 de agosto de 1966 se juramentó en el poder el Dr. Joaquín Balaguer, sus alabadores dicen que allí inició un periodo de transición democrática que se conoce como “Los doce años”, gestión paradójica, porque fue una combinación de crímenes, atropellos, fraudes electorales, represión policial, bandas organizadas, deportaciones, corrupción, privilegios y enriquecimiento de políticos profesionales.
Mientras aquello ocurría, el gobierno reclamó para sí que se vivía un clima de libertad y democracia “sin injusticias ni privilegios”; su lider Joaquín Balaguer emprendió una serie de obras públicas de importancia capital para el país. La etapa fue una combinación de lo bueno y lo malo al mismo tiempo, tendencia común entre los dictadores tradicionales, en este caso, Balaguer fue señalado como “el déspota ilustrado” por sus detractores.
No por casualidad el clamor popular calificó a Balaguer como artífice del neotrujillismo o sea, que retrajo el régimen desaparecido, pero sin Trujillo. Entre los hechos políticos de esa etapa y la historia reciente, hay aspectos paralelos que merecen el análisis de siquiatras, pensadores, sociólogos e historiadores, porque lo ocurrido incidió en la conducta de los jóvenes de esa generación, los mismos que hoy deciden y moldean el destino, también retorcido del país.
Fue por aquellos días que brotaron signos de la influencia cultural foránea muy nociva. Por un lado, se pusieron de moda entre nosotros corrientes musicales de otras latitudes, modas y tendencias en el estilo al vestir y aparecieron los vicios alucinantes. Cobraron fuerza las corrientes políticas extrañas y se formaron grupos de izquierda abanderados en el comunismo o el socialismo, integrados por jóvenes, notoriamente apartados de los principios de esas tendencias filosóficas, porque mientras se proclamaban fervientes activistas, disfrutaban los estilos capitalistas, y luego demostraron que eran zorros vestidos de corderos.
Llegaron las modas del pelo largo, los afros, pantalones campanas y los zapatacones por citar algunos; recuerdo que en esos días abrió en el sector San Gerónimo la discoteca “People”, a poca distancia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, era una locura aquel centro de diversión, una nube de humo de cigarrillos, música estridente y destellos de luces que, combinado al efecto de las bebidas alcohólicas, volvían loco a cualquier parroquiano.
La radio fue dominada por un locutor que vino desde el exterior, llamado Jo Jo Pérez, que tenía por las tardes un programa de música “disco” que muchos sintonizaban, pero pocos entendían porque casi todo era en inglés. Pérez impuso a nuestro lenguaje la palabra “discJokey”. Mas tarde, a consecuencia de aquella corriente, fue organizado el festival “Embro 70”, que tomó por escenario la playa de Manresa y pretendía ser una réplica pequeñísima de lo que fue el festival Woodstock, en Nueva York.
Los organizadores de “Embro 70” esperaban un éxito similar al de “Woodstock”, pero en Santo Domingo y la iniciativa fue un fracaso que terminó en controversia y las autoridades tuvieron que intervenir y suspenderla. A la playa de Manresa llegaron cientos de jóvenes extranjeros, mayormente de Estados Unidos, con intención de darle rienda suelta a sus bajos instintos, pensaron que en el país no había moral, ni restricciones y se equivocaron.
El plan era festejar sin reglas por una semana, pero los dos primeros días transcurrieron en medio de una juventud borracha, endrogados, bailando sin control, haciendo el amor al aire libre y cambiando de parejas, durmiendo a la intemperie, orinando y defecando donde pudieran hasta que apareció un regimiento de la Policía Nacional que desmanteló aquella locura que, sin dudas, fue el arranque a gran escala de gente influenciada por la perversidad desenfrenada, que se pretendía extender a otras ciudades.
No todo terminó con la suspensión de Embro 70 y lo que pasó después tomó otra dirección; la discoteca “People” se mantuvo abierta y tuvo un efecto multiplicador hacia la perversión de miles de estudiantes, hasta que los cuerpos docentes de la UASD protestaron y el centro fue cerrado. Pero parece que ya era tarde, el éxito económico de la discoteca “People” hizo que surgieran otras y abrieron “El Disco Club Universitario” y “El Almendrón”, las bebederas y bailaderas continuaron. Ambos centros se nutrían de los estudiantes universitarios, que entonces le llamaban “mataderos”.
Las francachelas cerca de la zona universitaria ampliaron su terreno con la apertura de la discoteca “Mona Lisa”, en la avenida Máximo Gómez, a sólo cuadras de la universidad y en las narices del presidente de la república, pues estaba casi frente a la residencia de Balaguer. Este centro era muy frecuentado por los estudiantes universitarios, un lugar “sui generis” porque no tenía luces en su salón de baile. Imaginen las historias que salieron del Mona Lisa; hay una que no se si fue real, pero dice que una vez alguien pidió fósforos a un bailador del lugar para encender un cigarrillo, y que éste le contestó: “Vete y cógelo, que están en los bolsillos mis pantalones”.
Muchos dominicanos que hoy caminan como “funcionarios honorables” y hasta políticos que aspiran dirigir el pais, eran clientes de esos negocios. Algunos ahora son profesionales, dirigentes de partidos, o empresarios frecuentaban a esos lugares; no es necesario mencionar sus nombres, el propósito de esta nota no es remover trapos sucios, pero a quien le sirva el traje, que se lo ponga, que el árbol que nace torcido, nunca su rama endereza”.