Crónica de los migrantes de Duvergé a la ciudad de Jimaní .
Por José C. Novas.
La ciudad de Jimaní fue declarada común cabecera de la provincia Independencia en 1950, la medida llegó como parte de la llamada “dominicanización fronteriza” convertida en ley por el Congreso Nacional en 1943. La común cabecera había sido reclamada por los residentes de Duvergé, que entendían por diversas razones eran los merecedores de tal privilegio. Por motivos estratégicos se impuso la voluntad del generalísimo, el cual favoreció que Jimaní recibiera la designación.
A partir de la aprobación de la ley Jimaní fue elevado a municipio y el gobierno inició una serie de edificaciones para albergar oficinas públicas, se construyeron viviendas, calles con aceras y contenes, un acueducto, un hospital, un hotel, una iglesia y un parque. Entre las oficinas públicas resaltaban el edificio de la cámara de comercio, el palacio de justicia, el ayuntamiento, la gobernación, la oficina de correos, la de aduanas y una residencia particular en la que se alojaba el dictador cuando visitaba la zona.
Pero hacia falta en Jimaní un personal adecuado para ocupar los cargos públicos que la común cabecera ofrecía y ese papel lo llenó en gran medida una migración procedente de Duvergé, conocida como Las Damas. Al momento que Jimaní fue elevada a ciudad cabecera, el nivel de la educación de Duvergé estaba por encima de lo que había logrado Jimaní, por ello desde Duvergé emigraron mecanógrafos, taquígrafos, oficinistas, maestros, choferes, sastres, fotógrafos y obreros de las diversas manualidades.
Dice un refrán que “honrar honra”, por eso en lo personal pienso que el pueblo de Jimaní tiene una deuda de gratitud con la migración de dameros llegados a raíz de su designación como cabecera de la provincia Independencia. Muchos de los que emigraron lo hicieron con sus familias y los solteros posteriormente se casaron con nativas o nativos de Jimaní, por eso abunda en ese pueblo apellidos que originalmente estaban arraigados en Duvergé.
Son comunes en Jimaní los apellido Moquete, Heredia, Pérez, Medrano, Jiménez, Vólquez, Medina y otros tradicionales del municipio de Duvergé. Tuvo Jimaní destacados munícipes como resultado de esa migración, muchos que con su trabajo y dedicación aportaron al desarrollo cultural, educativo y la buena convivencia de nuestro pueblo. Basta citar funcionarios como los de César, Bartolo Moquete y Jesús Trinidad, educadores como Fidias Celeste Vólquez de Hernández, (Linda) Gloria Nelis Méndez (la profesora Méndez), Héctor Rolando Pérez Peña (Franjul), Evaristo Pérez y otros igualmente dedicados a la enseñanza de mi generación.
La lista seria interminable si los citamos a todos, pero hay nombres que con sólo mencionarlos retraen gratos recuerdos por la dedicación y perseverancia de los dameros que llegaron a Jimaní al ser convertida común cabecera de la provincia. Quien olvida a munícipes a Salvador Moquete (Chinví) o su compañera Azabache, a Juanelo Medrano, Opinio Moquete Andino (Pinito), Andrés Avelino Moquete (Niñote), Temístocles Jiménez (el sastre Temo), Cristobalina Pérez, y otros de los cuales recuerdo sólo sus apodos como Mapiro y su esposa Dulce Bello, Yuyún el padre de Manuel y Donato, Pijí, Turrón, El Bizco y Rabona, Bobote, Zenón el cabo de agua, Pobe el maestro de música, Guidito el chofer del camión de la basura, Memé el que barría las calles y Lulú (el apostador). Quisiera que la memoria no me falle, pero muchos de los que no menciono aquí, pero que igual reconozco contribuyeron a la grandeza del pueblo de Jimani por décadas.
Lo antes dicho es una reflexión para que entendamos que es tiempo de que algunos de esos forjadores de hombres y mujeres de bien, sean reconocidos con tarjas, estatuas o nombrando algunas calles en su honor. Gracias al ingeniero Julio Andrés Moquete por su desinteresada colaboración en la recopilación de los nombres y apodos que he citado.